
sométeme a tus ganas.
Esclava voluntaria
de los deseos que nacen en ti.
La escarlata de los labios tiembla,
al pensamiento del fruto prohibido.
Eva sin tentador
me vuelvo tentadora de mi misma.
Y tu dulce pecado,
indeleble más de aquel originario,
alivia mi esclavitud
bañando mis labios de
dulce rocío

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